El aperitivo nace dentro del territorio italiano, antes incluso de que éste existiera como país. La palabra deriva del latín aperire, que significa «abrir», y ya se utilizaba en la época romana para referirse a bebidas ligeras servidas antes de la comida, pensadas precisamente para «abrir el estómago».
La versión moderna coge forma en el siglo XIX en Turín, cuando Antonio Benedetto Carpano inventa el vermú, un vino aromatizado con hierbas y especias, pensado para cambiar las costumbres de una nación por completo, siendo aun hoy en día la base de algunas de las bebidas de aperitivo más icónicas, como el Negroni, y sus miles de variantes.
Desde ese momento, la idea se extiende: una bebida alcóholica ligera, acompañada de algo para picar, para estimular el apetito y socializar antes de cenar. Y, de esta manera, poco a poco, el aperitivo se convierte en un ritual.